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José Rivas Rodriguez, y su obra

Por Mª Begoña Fernández García

 

En la primera mitad del siglo XX, se desta­can en Santiago de Compostela una serie de ima­gineros, entre ellos D. José Rivas Rodríguez, del cual hacemos la siguiente reseña biográfica, dada su vinculación con la Semana Santa vivariense.

Es en Santiago donde se encuentran dos de los talleres más importantes y prolíferos de imagi­nería gallega de finales del siglo XIX y principios del XX, estos son: el taller de López Pedre y el taller de Máximo Magariños; será en este último, situado en la calle Puerta de la Peña, donde se for­men un gran número de imagineros, entre ellos José Rivas, influyendo en éste el eclecticismo im­perante de la época y de dicho taller.

En 1.909 y con 24 años, José Rivas se esta­blece por su cuenta montando su propio taller, primero en la Rúa del Villar y más tarde, en 1.936 en la calle de la Enseñanza. Será en esta primera década del siglo XX, durante la Expo­sición Universal celebrada en Santiago, cuando le concedan a Rivas el premio del Rey, por la obra «Huyendo del peligro».
Su taller contó con un gran prestigio y antes de la República trabajaban para él más de cin­cuenta operarios, entre los que destacan: Aldrey, Puente, Picón, Parcero y el más conocido para los vivarienses D. José Otero Gorrita, gran dibujante que hizo y decoró muchas de las imágenes que desfilan hoy en la Semana Santa vivariense.

José Rivas, bebió en la obra de artistas de la talla de Ferreiro, Mateo de Prado, Gregorio Fer­nández... Su obra es muy extensa e identificable, pues todas sus imágenes, ya sean femeninas y masculinas tienen un gran parecido, además de acusar el eclecticismo y naturalismo propio de la época. Estas características se aprecian en su estilo artístico tanto en el tratamiento de los paños, que son amplios y simples, como en las que son muy esbeltas, de canon alargado, con facciones delicadas y anatomía prominente. Rivas era una persona muy creativa e imagi perfeccionista en todas sus obras y con un gran espíritu. Trabajaba principalmente la madera y su modus operandi consistía en realizar maquetas en barro que luego pasaba a escayola corrigiendo a priori posibles defectos, a pesar del alto coste de este laborioso sistema.

 

Rivas creó un nuevo tipo iconográfico: la Virgen Marinera, (siendo la primera que realizó destinada a Cedeira) además de realizar versiones personales de otras tipologías como el Santiago Peregrino.

Su obra se extiende por toda Galicia, así en Santiago de Compostela, destacamos las siguientes imágenes:
«San Ignacio de Loyola», «Altar de la Sagrada Familia», «Relieve de la Visitación de la Virgen», todas ellas en la iglesia de los Jesuítas.
«Grupo de la Virgen y San Pedro Nolasco», «San Pedro Nolasco liberando a los cautivos», ambas en la iglesia de las Madres Mercedarias.

En la ciudad de La Coruña realizó obras como:
«Ascensión de la Virgen con ángeles», paso de «La Oración en el Huerto», paso de «La caída de Jesús».
En Viveiro, hizo un gran número de imáge¬nes para la Semana Santa; el comisionado de la cofradía después de haber contactado con algunos de los talleres más relevantes de la ciudad de Santiago, se decidió por el suyo, para así realizar, primero la imagen de La Piedad, en 1.944, el Cristo de la Agonía, en 1.945 (perteneciente al grupo del Calvario, al que también pertenecen las imágenes de San Juan, María y María de Cleofas, realizadas por Rivas), el Prendimiento en 1.946 y la Borriquita en 1.947.
Finalmente, reiterar la importancia y significación de este artista imaginero en y para la Semana Santa de Viveiro que con sus obras contribuyó a dar mayor esplendor y vistosidad a las procesiones que año tras año admiramos.

 

 

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Antonio Bernal Redondo

D. Antonio Bernal Redondo, nace en Córdoba en el año 1957. A pesar de haber estudiado Artes y Oficios, el escaso apoyo familiar ante una profesión de dudoso porvenir le lleva a orientar su futuro profesional lejos del arte, trabajando como delineante para el Ministerio y para la Empresa de Aguas de Córdoba durante 17 años. Sin embargo, no abandona por completo su afición.

Compagina su trabajo con la realización de múltiples cursos para conocer y perfeccionar diferentes técnicas, consiguiendo mostrar sus pinturas en exposiciones en Córdoba y realizando bustos y retratos por encargo.

Con treinta años, decide dar un vuelco a su vida profesional dedicándose por entero a la escultura y, junto a su amigo Francisco Romero Zafra, presenta una exposición en la Diputación de Córdoba. De esta exposición sale el primer encargo para la talla en madera de un Nazareno para la localidad de Adamuz.


A partir de ese momento comienza su etapa escultórica, con un aprendizaje autodidacta y ganas de conocer cuanto pueda del mundo de la imaginería.

Tras su primera obra, los encargos se suceden a la vez que imparte clase de diseño en un centro de moda.

Las obras se suceden y, poco a poco, su obra se afianza ascendiendo el número de contratos y de destinos: Córdoba y provincia, Málaga, Jaén, Cuenca, Islas Canarias, Venezuela, etc.

En el año 2001, Antonio Bernal y Francisco Romero deciden separarse e iniciar una nueva y necesaria etapa.

En cuanto a su Obra: En el primer período, restaura numerosas imágenes y realiza varias tallas. En 1993, las críticas a su primera talla procesional se vuelven elogios hacia su primer grupo escultórico para Córdoba, y se reconoce la calidad artística de una gubia que sorprende y que supo conjugar perfectamente la talla del titularcon unas figuras que no sólo no son secundarias sino que adquieren protagonismo propio en perfecta conjunción con el todo. Para él, esa figura que antes carecía de valor es ahora una protagonista más. La dota de vida propia. Después de este misterio talla una Inmaculada para Badajoz, un San Juan para una Santa Cena de Jaén que el mismo terminará, un crucificado para Montilla y una Esperanza. Durante todos estos años lleva a cabo numerosas e importantes restauraciones, así como ejecuciones de imágenes de Vírgenes, Cristos y figuras secundarias, así como numerosos e impresionantes grupos escultóricos para diferentes localidades, como Montilla, Córdoba, Ibros, Cuenca, Sta. Cruz de Tenerife, Málaga, Jaén, Badajoz, Montemayor, Alicante, Cabra y actualmente Viveiro.


Como rasgo más representativo de su obra destaca la figura secundaria. La toma del natural, es la forma de lograrlo. Aunque su influencia de los siglos XVII y XVIII no la esconde, dice que lo fundamental es el aporte del artista y la personalización del detalle. Es el detalle algo fundamental y característico en su obra, a la que dota de un toque especial. Igual importancia toman las miradas entre sus figuras. En el pueblo encuentra los rostros, los gestos la vida...

Acomete su trabajo en varias partes siendo la primera una composición mental que traslada a papel. Una vez dibujado y según sea un grupo escultórico o una talla, crea una pequeña maqueta de la obra o recrea un modelo mayor en barro. Seguidamente se centra en el busto del personaje y luego comienza con el sacado de puntos para la madera. Finalmente estuca y lija la madera para policromarla y vestirla.


 

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